viernes, 20 de noviembre de 2009

La berenjena

Se llamaba Ber, ella era una berenjena educada, a la par que sensible, con dotes tanto para las letras como para las ciencias, la cual tuvo la suerte de nacer, casi en silencio, y así ver la primera luz del día, una mañana soleada de principios de verano.


En el atardecer de ese mismo día, otro evento acaeció. La madre de Ber todavía no se había repuesto de su parto, cuando justo en frente de su matita, la más gorda berenjena alumbraba otra berenjenita, con gritos espeluznantes y alaridos propios del berenjenal.

La llamaron Bena y desde que nació, fue comparada con Ber, cosa que en cierto modo, a Bena le encantaba pues le ganaba en casi todo, el hecho de que dada la posición de la planta tuviese mas sol, hacia que ella creciese mas gordita y más sana que su vecina, su piel se tersaba, su color brillaba y la suerte de estar justo al lado de la gotita de agua no hacían mas que colaborar en su beneficio.

La pobre Ber crecía en la sombra , lejos del regadío, y los ratos en que sus vecinas se infundían en las más sangrientas y sonoras disputas , sobre quienes de entre ellas eran las más bellas , y quienes no , Ber se refugiaba en sus libros de caballerías, los cuales les hacia vivir aventuras trepidantes, lejos de su estrepitoso cotidiano y mundanal ruido.



Viendo que los preciados libros de los cuales disponía eran escasos Ber había decidido dosar el tiempo dedicado a la lectura, el retraso del suplicio eminente y los gritos de sus compañeras habían puesto en una situación extrema a la pobre berenjena que nerviosa y altamente excitada buscaba y rebuscaba entre la tierra que circundaba su matita la existencia de nuevas novelas en las cuales perderse.


El día en el que los libros de caballería se acabaron fue un día horrible para Ber. La delicada Ber, busco más que nunca y se encontró al fin de la jornada totalmente cubierta de un fango horrible que le hacían sentirse más miserable que nunca, con el lejano consuelo de encontrar una obra que le sumergiera en el hechizo de la aventura y con los gritos, y los insultos de sus compañeras de berenjenal que encima se reían de su suciedad y su falta de belleza.


Al día siguiente con renovados esfuerzos, la pobre berenjena intento cavar mas hondo si cabe en busca de su precioso tesoro, pero tampoco hubo recompensa a tan ardua tarea. Así sucesivamente día tras día, Ber removía un poco la tierra y dormía soñando con la esperanza de que un día daría con los libros deseados.


Un mes trascurrió desde ese fatídico día cuando algo vino a cambiar el rumbo de la vida de Ber. Mientras que se encontraba buscando desesperadamente hurgando en la tierra los libros preciados, sus pequeñas manitas tropezaron con una madera , que una vez desenterrada resulto ser un pequeño cofre , el cual resulto a su vez cerrado con un candado dorado.

Ber se felicito por su suerte en voz alta, y durante cerca de una hora estuvo reflexionado sobre como abrir el candado y ver lo que contenía el pequeño cofre. Rezaba para que su pequeño tesoro estuviese repleto de libros para poder seguir con la vida que tanto anhelaba.

Tras muchos esfuerzos, y gracias a la raíz que hizo de palanca consiguió que el candado cediese. La berenjena no confiaba en la veracidad de lo que sus ojos le mostraban. El cofre solamente contenía una lámpara de aceite sucia y descuidada.

Bena que había dejado de cooperar en el bullicio general y seguía atentamente todos los pasos de Ber interpelo bruscamente a esta, y con gritos que hizo acallar hasta a su propia madre contó a todo el berenjenal, lo ingenua y tonta que era Ber que había creído ciegamente en su suerte y ahora se encontraba con una lámpara vieja y oxidada.

Ber , que por primera vez en su vida era el centro de atención del berenjenal, se sintió un poco tonta e incómoda con la lámpara en la mano y sin saber porque con la mano froto la lámpara para tratar de limpiarla un poco y que todos viesen que si bien no eran libros, una vez limpia este tonto artefacto podía servir a alumbrar las noches de invierno, cuando de repente y precedido por un temible estruendo un genio salió de esa lámpara maravillosa.


El genio acallo el berenjenal. El tamaño del genio multiplicaba por cien al de las pobres berenjenas. Desde abajo estas miraban totalmente anonadadas al genio y poco a poco temiendo la ira del genio despertado, comenzaron a increpar al genio señalando a Ber como la única culpable de haber desatado su cólera.

Ber se encontraba totalmente paralizada por el miedo, y se sentía integralmente observada por el genio y a la vez por todas las acusadoras berenjenas. Ber sudaba, temblaba y temía horriblemente lo que iba a acaecer.

En contra de sus expectativas, el genio se desperezo y con dulces palabras agradeció a Ber el hecho de que le hubiese liberado y como premio le concedió tres deseos y, rápidamente y más contento que nunca volvió a su lámpara dejando atónita a la berenjena.

El berenjenal se revoluciono, a partir de este momento Ber vio como todas las berenjenas opinaban y elucubraban como gastarían sus deseos exigiendo que se acordase de ellas en sus propósitos, muchas le pedían por una piel tersa y brillante a cambio de todo lo que poseían.

Ber saco fuerza de flaqueza e interpelo al público para decirle que el genio le había dado a ella el poder de formular sus deseos y todo ello lo haría al dia siguiente. El sol se puso, todas las berenjenas se preparaban para dormir pero una sensación de rabia y de decepción corriendo por las venas de las no agraciadas con la suerte hizo difícil conciliar el sueño aunque todas durmieron con la esperanza que sus vidas cambiarían.


Ber se acurruco con las hojas de su mata y comenzó a pensar que tres deseos podía pedir, era una decisión difícil. Ber decidió posponer su más ferviente deseo y utilizar el primero para cambiar la vida de sus compañeras.

Bena que no dormía trataba de convencer a Ber para que le consiguiese, gracias a sus deseos, mas agua en su mata para poder ser la más gorda y hermosa verdura y ganar así el concurso de verduras y hortalizas en la feria regional.

Ber hizo callar a Bena y llamo a la tramontana para que le aconsejase sobre la decisión a la que se debía afrontar. La tramontana le hablo largo y tendido sobre la paz. Y Ber quedo cautivada por lo importante y necesario de este bello concepto, el cual ella no conocía, ya que la vida en el berenjenal no le había hecho ver más que guerra y conflicto.

En el justo momento en el que despunto el sol Ber se irguió todo lo que pudo y carraspeo mientras que todas las berenjenas esperaban impacientes a que Ber formulase sus deseos.
Así que Ber cerró sus ojos y deseo que en el berenjenal reinase la paz.

Una placida calma colmo el valle en el que se encontraban, los gritos y peleas desaparecieron de repente y la esperanza de un mundo mejor habito en el corazón de Ber. Cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que todas sus compañeras habían desaparecido.

Ber no sabía qué hacer, así que tras mucho pensar decidió pedir explicaciones al genio. El genio parco en palabras, le explico que su deseo había sido cumplido, que la paz en el berenjenal era plena, que quizás si hubiese sido más explicito a la hora de formular el deseo él hubiera logrado la paz de la forma en la que la berenjena le hubiese mostrado y volviendo a la lámpara no se quedo para escuchar como Bar se quejaba del método elegido para lograr la paz y de como ya echaba de menos sus compañeras y el bullicio.

Ber se lamentaba de su suerte. No solo había desperdiciado su primer deseo, sino que el segundo también debía ser desperdiciado para poder volver a ver a sus compañeras.

Sin la predecesion de carraspeo, sino más bien, de unas manos temblorosas Ber deseó que sus compañeras volviesen a habitar el valle.

A Ber le quedaba un tercer deseo, no quería escuchar a las berenjenas que se quejaban y le increpaban de lo tonta que había sido. Ber decidió coger un bolígrafo y comenzar a redactar de una forma clara y concisa el objeto de todos sus deseos. De esta forma no habría confusión. Cuando formulase el deseo Ber leería la nota. Ella quería todas las novelas de caballería y trabajaba y trabajaba en su discurso para no dar lugar a malentendidos.

Bena trataba por todos los medios de impedir que Ber consiguiese sus preciados libros. Ella quería ser la reina en la feria de hortalizas de la región y Ber no le ayudaba en sus propósitos.

Bena le pregunto maliciosamente a Ber quien estaba tremendamente atareado completando su discurso, si acaso no quería que ella ganase el concurso del que tanto había hablado, Ber sin darse cuenta formulo su deseo diciendo que si, que realmente lo quería.

Antes de que acabase completamente la frase, Ber se dio cuenta de su error pero no pudo evitar el que Bena desapareciera de su vista y fuese proclamada reina de la feria de hortalizas.

Semanas más tarde justo al lado de la mata donde viviera Bena, Ber encontró "Ivanhoe". La afortunada berenjena llamo a la tramontana para hacerla participe de su buena nueva, y la tramontana le conto como Bena había sido coronada como berenjena en el feria, pero que su gloria había durado unos instantes. Había peleado con una zanahoria muy huraña de tamaño descomunal la cual le había vencido en una lucha sin precedente y Bena había quedado en el fango.

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