viernes, 20 de noviembre de 2009

La patata

Se llamaba Pat, ella era una patata gorda y prieta, que le gustaba tocar el violín. Desde que nació el mundo subterráneo se convirtió en su hogar, el cual compartía con su hermana, a la que quería con locura.

La madre de Pat había sido extraída de las entrañas de este mundo siendo bastante joven y ,Pat y su hermana, se habían visto obligados a aceptar la autoridad de su Madrastra. Su padre, ciego y sordo, viéndose inmerso en un inmenso dolor , no se supo ocupar de ellas, y para aliviar sus penas, decidió contraer matrimonio con una joven viuda, la cual le prometió que cuidaría de ellas.

Pat y su hermana crecían desprotegidas. Mientras que el resto de la colonia pensaba que Pat y su hermana estaban bien avenidas, su madrastra se comía todos los nutrientes y no dejaba ninguno para ellas. Si se acercaban demasiado les daba puntapiés para que se marchasen. La madrastra solo tenía ojos para su propia hija, y se desvivía para que fuese feliz, pero esta, lejos de serlo, solo le preocupaba que sus dos hermanastras se sintieran ilusionadas, a pesar de las penas que vivían.

Su hermanastra lucia un parche y el hecho de ser tuerta le tenia amargada. Su extrema delgadez, unido a su ojo carente le fraguaron un carácter perverso Los únicos momentos en los que disfrutaba, eran aquellos en los que sus nuevos familiares sufrían.

Una noche Pat decidió que era el momento en que debían escapar. Pat sabia que si se quedaban un poco mas, acabarían muertas de inanición o en el mejor de los casos crecerían apesadumbradas gracias a la labor de su madrastra y su hija.

La fiesta del otoño fue la coartada perfecta. Los agricultores al principio de septiembre abonaban el campo y esa circunstancia hacia que las patatas celebrasen por todo lo alto la llegada de nuevos nutrientes. Pat y su hermana aprovechando la confusión que estos eventos producen, comenzaron a moverse hacia el oeste todo lo rápido que sus pequeñas piernas les permitían.

Pat y su hermana se alejaban y de vez en cuando miraban hacia atrás para ver si su madrastra o alguno de sus esbirros le seguían a la zaga. Después de sentirse desfallecidos después de tanto, andar y andar, por tierras calizas y por pedregales, las dos patatas pudieron dormir durante varias horas.

Al despertar de la siesta, se dieron cuenta que era un buen sitio para vivir, la tierra estaba oxigenada y en aquel sitio se respiraba considerablemente bien. Pat y su hermana decidieron hacer de aquel lugar su morada y en poco tiempo y con mucho alimento, las dos hermanitas crecían felices y sin preocupaciones.

Un día de octubre se despertaron oyendo el murmullo de un riachuelo subterráneo. Pat sin pensarlo dos veces, tomó a su hermana de la mano y se dirigieron apresuradas hacia la corriente decididas a calmar su sed. Pero, la malvada madrastra y su hija, eran unas brujas, y habiendo reparado en la fuga de las patatas se deslizaron detrás de ellas, solo como una bruja sabe hacerlo, y decidieron embrujar todas las aguas del subsuelo.
Al llegar ellas a la corriente, la hermana de Pat se apresto a beber. Pat escucho un rumor que provenía de las rocas calizas que preconizaba, con un eco algo misterioso, que si alguien bebía de esa agua, se convertiría en piedra.

A Pat no le dio tiempo de prevenir a su desventurada hermana. Ante sus propios ojos se transformó en una patata petrificada. Pat intento hablar con ella, pero la desdichada, no podía oír, no podía ver y ni tan siquiera le latía el corazón.

Pat se sobrecogió y en un principio no sabía bien que hacer. Ante la inmovilidad de su hermana , decidió hablar con las ninfas del arroyo, para que cuidasen de ella en su ausencia y Pat partió en busca de ayuda.

Pat rememoró como su madre, una vez le comentó, que las raíces de los olivos centenarios son una de las criaturas mas inteligentes del mundo subterráneo. Así que Part decidió ir en busca de ellas y consultar la mejor manera de salvar a su hermana de aquella desgracia.

Pat empezó a caminar preguntado a quienes se encontraba en el camino. La pobre Pat desesperaba, pero gracias a la audacia de creer, no tardó en encontrar a una hormiguita que conocía bien los parajes, esta le indicó que siguiendo siempre hacia el noroeste se encontraba un viejo olivo.

Cuando Pat se presentó frente a las roídas raíces de aquel poco lozano olivo, tuvo que gritar bien fuerte pues el arbol dormía en un sueño profundo, un amodorramiento de anciano , si bien uno de los mas placidos, también el mas difícil de perturbar.

Pat relato la historia y las raíces, entre toses tuberculosas y movimientos reumáticos, le sacó de dudas, aunque quizás también la dejó mas atormentada que nunca.

El encantamiento solo podría ser roto si Pat encontraba el ojo que había perdido su hermanastra. Este ojo había sido tragado por una enorme lombriz de tierra . Tenia que buscar este ojo, y solo si, Pat lograba descifrar el enigma, con su corazón, podría ver reflejado en aquel ovalo la forma en la cual su hermana conseguiría ser salvada.

Una vez más, Pat tuvo la audacia de creer. Muerta de miedo, recogió un palito que se encontraba enterrado en su camino, a modo de espada. Y se lanzó de lleno hacia aquello que más terror le producía en el mundo subterráneo: la búsqueda de la más grande lombriz de tierra que existía en aquellos lares.

Camino hacia el norte, luego hacia el oeste, mas tarde decidió que la lombriz se debía encontrar hacia el sur, y cuando ya pensaba que jamás lograría alcanzar sus objetivos, se volvió a encontrar a la hormiguita, la cual muy amablemente le indicó claramente, la dirección en la que la lombriz se movía, ávida de encontrar nuevas y tiernas patatas a las que clavar sus dientes.

Pat sin estrategia alguna, se encamino directamente hacia el sitio que le indicó la hormiguita. Allí encontró a la más fea de las criaturas vivientes del mundo subterráneo. Pat increpó a la Lombriz exigiéndole que le entregase el ojo que albergaba en su interior.

La lombriz le respondió con una risa malévola. Le contestó que le dejaría ver el ojo, pero antes se tenía que dejar enrollar por la lombriz. Le explicó claramente que si no contestaba adecuadamente al enigma que le planteaba el ojo, no solo no tendría respuesta a sus anhelos, sino que quedaría prisionera en los anillos de la inmensa lombriz, totalmente a su merced.

Pat no dudo un instante, y acepto la condición propuesta por la lombriz, pero palideció cuando el cuerpo de la lombriz iba enrollándose en el cuerpecito, cansado y abatido, de la pobre Pat.

La lombriz escupió, en medio de bilis y de líquidos intestinales verdes, el ojo de tonos verdosos que había pertenecido a su hermanastra. Pat quedo poseída por los colores y los brillos de la esfera que llegaron, por un momento, a hipnotizar su existencia. Vio relejado claramente a su hermanastra, flaca y ojerosa.

El ojo le indicó mediante un lenguaje sensorial, que diagnosticara la enfermedad de aquella. Pat, que había estado repasando las tablas de multiplicar para nada, se sintió cerca de desfallecer, ya que la medicina no era su especialidad. Sabia que la circulación de su hermana no funcionaba bien, en aquel mundo subterráneo todos se aquejaban de reumatismo, así que, cuando más dispuesta estaba a intentar salvar a su hermana, respondiendo reumatismo, Pat se acordó que las raíces le indicaron que el enigma se debía resolver con el corazón.

Pat tragó saliva y preguntó a su órgano preferido, cual podría ser la enfermedad de su hermanastra. Este que no entendía de reumatismos pero si de sentimientos, le contestó que la enfermedad de aquella era la envidia. Pat entendió perfectamente que este de los pecados capitales era el que impedía que su hermanastra fuera feliz y dichosa, y que era la envidia y solamente esta, la que no le dejaba dormir ni disfrutar de su propia existencia, convirtiéndole en un ser flaco y miserable.

La lombriz furiosa al escuchar la respuesta acertada, comenzó a desanudar su cuerpo de entre el cuerpo de Pat. Mientras ella se apresuraba a ver reflejado en el ojo, como podría salvar a su hermana. Pat observó un espléndido arco iris y a su hermana fresca y lavadita. Pat dio las gracias al ojo. Y se apresuró a regresar donde ansiosamente le esperaba su petrificada hermana.

La solución a todos sus pesares, ahora se tornaba más fácil. Solo tenia que empujar a su hermana hacia la superficie, esperar a que lloviese, para que su hermana quedara lavadita con aquella agua clara. Una vez limpia, el arco iris iluminaría a la inanimada patata y se rompería el hechizo.

Pat empujó a su hermana, en un trabajo de titanes, y una vez que estuvo fuera de las entrañas de la tierra, imploró a la brisa que soplara con fuerza, para que con su vientecillo hiciese amainar a la tramontana que se llevaba las nubes, para que se quedaran, se formara una tormenta y gracias a un buen chaparrón limpiase a su imperturbable hermana. La brisa comprendiendo la urgencia de la situación sopló y trajo nubes de tormenta.

Justo cuando el reflejo del arco iris infundía de nuevo la vida en la hermana de Pat, unas manos suaves y calidas, recogieron a la patata del suelo y en unos segundos, sin saber como, quedó proclamada reina de las hortalizas en la feria regional.

Pat se sintió satisfecha y no escuchó para nada, a la bien contorneada berenjena, que poco comedida, como solo una berenjena puede ser, se quejaba del barro que se había formado en el suelo de la feria.

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